Jeroboam

Jeroboam fue el primer rey de las 10 tribus del Norte después de la división de Israel. De aquí en adelante, al hablar de los reyes de las tribus del norte, vamos a hablar de los reyes de «Israel», y al hablar de los reyes de las tribus del Sur, que son los descendientes del rey David, vamos a hablar de los reyes de Judá.

La historia de Jeroboam comienza en 1 Reyes 26, era un hombre diligente y capaz, al verlo Salomón lo pone a cargo de los trabajadores de Efraín y Manasés. El Profeta Ahías le da una palabra de parte del Señor:

Luego le dijo a Jeroboam: «Toma diez de estos pedazos, porque el Señor, Dios de Israel, dice: “¡Estoy a punto de arrancar el reino de manos de Salomón y te daré a ti diez de las tribus! Pero le dejaré una tribu a Salomón por amor a mi siervo David y por amor a Jerusalén, la ciudad que he escogido entre todas las tribus de Israel. Pues Salomón se ha apartado de mí y rindió culto a Astoret, diosa de los sidonios; a Quemos, dios de Moab; y a Moloc, dios de los amonitas. Salomón no ha seguido mis caminos ni ha hecho lo que me agrada. Tampoco ha obedecido mis decretos y ordenanzas como lo hizo su padre David.

1 Reyes 11:31-33 NTV

Jeroboam fue designado por el Señor para ser rey de Israel, y sabía por qué el Señor estaba quitando el reino a Salomón y a su descendencia, lo que me impresiona es que aunque el Señor lo llamó a reinar ¡Cayó en los mismos errores de Salomón! (O incluso peores…)

Jeroboam pensó: «Si no tengo cuidado, el reino volverá a la dinastía de David. Cuando este pueblo vaya a Jerusalén para ofrecer sacrificios en el templo del Señor, ellos volverán a ser leales al rey Roboam de Judá; a mí me matarán y a él lo nombrarán rey en mi lugar».

Entonces, siguiendo la recomendación de sus consejeros, el rey hizo dos becerros de oro. Después dijo a la gente: «Para ustedes es muy complicado ir hasta Jerusalén a adorar. Miren, israelitas, ¡estos son los dioses que los sacaron de Egipto!».

1 Reyes 12:26-28 NTV

Jeroboam llevó al pueblo a pecar. Cada vez que obedecían a Jeroboam, automáticamente desobedecían a Dios. ¿Cuántas veces recibimos ideas «prácticas» que nos separan de Dios? Él no estaba pensando en el pueblo, ni en la ley del Señor, él solo estaba pensando en si mismo, en «mantener» su poder, ¡poder que había venido DEL SEÑOR!

Muchas veces el mundo nos hace ver que «es muy difícil vivir en santidad» y decidimos tomar atajos o ser permisivos con nuestras creencias. Jeroboam les hace becerros de oro para que adoren en Betel y Dan, y aunque se supone que son «para adorar a Dios» esta sustitución en las creencias se desvía tanto que se vuelve algo completamente diferente y alejado de Dios.

En Éxodo 32 vemos que Aaron había hecho becerros de oro para que el pueblo adorara, y la historia no salió muy bien. Necesitamos conocer la Palabra de Dios, porque muchas veces nos preguntamos si algo está mal o no, y la Biblia es clara.

Jeroboam no sólo llevó al pueblo a pecar adorando a otros dioses, también nombró sacerdotes que no eran levitas, Números 3:10 vemos que sólo los descendientes de la tribu de Leví podían ser sacerdotes. Todos estos «pequeños» cambios causaron mucho dolor a largo plazo al pueblo de Israel.

El Señor manda a un profeta, y da una profecía sobre Josías (su cumplimiento está en 2 Reyes 23:1-10 300 años después) y cuando Jeroboam extiende su mano para señalarlo y mandar a detener al profeta, su mano se paraliza. La Biblia dice que Jeroboam le pidió al profeta: «¡Te ruego que le pidas al Señor tu Dios que me restaure la mano!». El profeta ora y su mano es restaurada.

En el capítulo 14, el hijo de Jeroboam se enferma, y el manda a su esposa a ver al profeta Ahías (quien le dijo de parte del Señor que sería el próximo rey de Israel al inicio) pero le dice que se disfrace, para que el profeta no sepa que es la esposa de Jeroboam. El Señor había restaurado su mano antes, ¿Por qué disfrazarse en lugar de solo humillarse delante del Señor y pedirle ayuda? Tal vez tiene que ver con los altares y con que él sabía que estaba haciendo que todo el pueblo pecara…

A veces cuando tenemos problemas y decidimos buscar al Señor, a causa de nuestro pecado preferimos buscarlo disfrazados, como si el Señor no supiera que somos nosotros. La esposa de Jeroboam, disfrazada, no pudo engañar a un profeta CIEGO, nosotros tampoco engañamos al Señor cuando lo buscamos escondiendo nuestro pecado.

Aunque hay mucho más de lo que podríamos hablar de Jeroboam, y muchas otras cosas que aprender, quisiera dejarte con esto: no necesitamos ocultar nuestros pecados para pedirle ayuda a Dios, al contrario, necesitamos reconocer que hemos pecado, y arrepentirnos de nuestra maldad y de nuestro egoísmo.

Creo que la historia pudo haber sido muy diferente para Jeroboam, para su descendencia y para el pueblo de Israel si en este punto habrían buscado la ayuda del Señor, y cambiado su camino. Nunca es tarde para arrepentirnos de nuestras malas decisiones, como vimos al estudiar a David, las consecuencias pueden permanecer y pueden ser dolorosas, pero recibir el perdón del Señor y restaurar nuestra relación con Él es más valioso.


Padre, te pedimos que nos ayudes a ver aquellas áreas de nuestra vida en las que estamos viviendo en pecado, te pedimos perdón si con decisiones pequeñas hemos abandonado nuestra relación contigo, te pedimos perdón si con «pequeñas modificaciones» nos hemos alejado de lo que te agrada. No queremos sustituir tu palabra en nuestra vida por cosas que nos hagan sentir bien en nuestro pecado. Queremos buscarte de todo corazón, queremos vivir cerca de ti. Ayúdanos a quitar cualquier máscara o disfraz que hayamos adoptado para acercarnos a ti, reconocemos que te necesitamos, y queremos que tú nos guíes para vivir en santidad, de forma agradable a ti. Lo que más queremos, es vivir en intimidad contigo, cada día de nuestra vida.


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2 comentarios en “Jeroboam

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