Bienaventurados los que padecen Persecución

Dios bendice a los que son perseguidos por hacer lo correcto, porque el reino del cielo les pertenece.”

‭‭Mateo‬ ‭5:10‬ ‭NTV‬‬

La primera bienaventuranza decía «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.» La última bienaventuranza cierra un círculo, al igual que la primera, la recompensa es que el reino del cielo les pertenece, y al igual que la primera, es contra intuitiva, así como no creemos que los pobres son dichosos, dudo que pienses que las personas que están siendo perseguidas son dichosas…

La persecución puede considerarse una bendición porque nos permite sentir lo que Jesús sintió, y aunque Jesús no está justificando la persecución que se desata al seguirlo, pero sí nos ofrece una recompensa en el cielo. La persecución comienza en el momento que decidimos seguir a Cristo, y se intensifica a medida que buscamos ser más como él. El mundo busca que aceptemos el pecado, que comprometamos nuestras creencias y llamemos a eso buscar la «paz», si no lo hacemos, entonces somos retrógrados, cuadrados, intolerantes.

«¡Ay de ustedes, que llaman bueno a lo malo, y malo a lo bueno; que convierten la luz en oscuridad, y la oscuridad en luz; que convierten lo amargo en dulce, y lo dulce en amargo!»

Isaías 5:20 (DHH)

Sin embargo Jesús busca de nosotros:

  • Un corazón humilde, capaz de reconocer nuestra pobreza y necesidad de Dios.
  • Un corazón capaz de humillarse al reconocer su condición y recibir el consuelo que sólo el Espíritu Santo puede traer.
  • Un corazón manso, que entrega su fuerza al Padre.
  • Un corazón que busca la justicia, pero que sabe que ésta sólo viene de Dios.
  • Un corazón que ama, lleno de misericordia hacia los demás.
  • Un corazón puro, que conlleva a una vida en pureza.
  • Un corazón que ama lo suficiente para buscar la reconciliación entre Dios y las personas.

Si pudiera resumir en las bienaventuranzas, diría que en ellas, Jesús nos invita a desarrollar un corazón que AMA.

«Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad. Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo.«

1 Corintios 13:4-6 (DHH)

Necesitamos desarrollar nuestro carácter, comprometernos a amar a Cristo por sobre todas las cosas, y dejar que ese amor por Él nos ayude a amar al mundo alrededor de nosotros. Amar no significa perder tu esencia, amar no significa comprometer tus valores, amar no significa ser permisivos, amar significa seguir a Cristo.

¡Que manera de Jesús de terminar con las bienaventuranzas!

Bienaventurados serán ustedes cuando por mi causa los insulten y persigan, y mientan y digan contra ustedes toda clase de mal. Gócense y alégrense, porque en los cielos ya tienen ustedes un gran galardón; pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes.

Mateo 5:11-12 (RVC)

Enfoquemos nuestra mirada en Jesús, busquemos desarrollar el corazón y el carácter de un discípulo de Cristo, imitemos su ejemplo, y no tengamos miedo de enfrentar resistencia, no tengamos miedo de ser insultados, perseguidos o difamados por nuestras creencias, pero sobre todo amemos a las personas a pesar de la forma en que ellos nos traten a nosotros.

Quienes no conocen a Cristo pueden actuar con odio, pero nosotros como seguidores de Cristo estamos llamados a amar. Te invito a que puedas seguir a Cristo, y obedecer lo que nos está pidiendo que desarrollemos a través de cada bienaventuranza.

Puedes leer cada una aquí:

Bienaventurados los Pacificadores

Dios bendice a los que procuran la paz, porque serán llamados hijos de Dios.

‭‭Mateo‬ ‭5:9 ‭NTV‬‬

Los pacificadores no son los que viven en paz, sino los que procuran la paz. Esta bienaventuranza sigue a «los de limpio corazón» y en la bienaventuranza anterior (puedes leerla aquí) hablábamos de la importancia de la vida en pureza para gozar de una relación íntima con Dios. No es posible que nosotros procuremos la paz sin esta relación con Dios.

El diablo es quien busca siempre causar conflicto y división, y Dios ama la reconciliación, y ahora a través de sus hijos, como lo hizo a través de Jesús, desea hacer paz.

«Y todo esto es un regalo de Dios, quien nos trajo de vuelta a sí mismo por medio de Cristo. Y Dios nos ha dado la tarea de reconciliar a la gente con él

2 Corintios 5:18 (NTV)

El contraste con ser pacificadores es buscar nosotros vivir en paz sin importar qué está pasando alrededor, y aquí creo que está la diferencia entre ser condescendientes, tolerantes al pecado del mundo con tal de mantener nuestra paz y no meternos con nadie. No se trata de buscar el conflicto y usar la confrontación para dividir, ni de evitar los desacuerdos, es procurar la paz entre las personas alrededor de nosotros. ¡Que el Espíritu Santo nos de sabiduría y discernimiento para saber cómo lograrlo!

La recompensa de los pacificadores es ser reconocidos como verdaderos hijos de Dios. Como hijos, compartimos la pasión de Dios por la paz y reconciliación, y buscamos derribar los muros entre la gente.

Romanos 12:9-21 nos habla muy bien de cómo podemos cultivar esta bienaventuranza en nuestra vida, nos invita a hacer lo posible para vivir en paz con otros, y nos invita a no dejar que el mal nos venza, sino que venzamos nosotros el mal haciendo el bien.

No finjan amar a los demás; ámenlos de verdad. Aborrezcan lo malo. Aférrense a lo bueno. Ámense unos a otros con un afecto genuino y deléitense al honrarse mutuamente. No sean nunca perezosos, más bien trabajen con esmero y sirvan al Señor con entusiasmo. Alégrense por la esperanza segura que tenemos. Tengan paciencia en las dificultades y sigan orando. Estén listos para ayudar a los hijos de Dios cuando pasen necesidad. Estén siempre dispuestos a brindar hospitalidad. Bendigan a quienes los persiguen. No los maldigan, sino pídanle a Dios en oración que los bendiga. Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros. No sean tan orgullosos como para no disfrutar de la compañía de la gente común. ¡Y no piensen que lo saben todo! Nunca devuelvan a nadie mal por mal. Compórtense de tal manera que todo el mundo vea que ustedes son personas honradas. Hagan todo lo posible por vivir en paz con todos. Queridos amigos, nunca tomen venganza. Dejen que se encargue la justa ira de Dios. Pues dicen las Escrituras:
«Yo tomaré venganza; yo les pagaré lo que se merecen», dice el Señor.
En cambio,
«Si tus enemigos tienen hambre, dales de comer. Si tienen sed, dales de beber. Al hacer eso, amontonarás carbones encendidos de vergüenza sobre su cabeza». No dejen que el mal los venza, más bien venzan el mal haciendo el bien.

Romanos 12:9-21 (NTV)

¿Cómo puedes procurar la paz en tu familia? ¿Cómo puedes procurar la paz en tu lugar de trabajo? ¿Hay algún área en tu vida en la que exista mucha división? ¿Cuál es tu respuesta cuando alguien/algo está causando división?

Bienaventurados los de limpio corazón

Dios bendice a los que tienen corazón puro, porque ellos verán a Dios.

‭‭Mateo‬ ‭5:8 ‭NTV‬‬

La palabra Katharos significa inocente, sin culpa, recto, honesto, claro. Se puede usar de dos formas, la primera es una limpieza moral interna, y esto va muy en contra de las ceremonias externas que era lo que se acostumbraba. Habían tantas reglas y cosas que debían seguir los judíos para estar ceremonialmente puros (pureza externa). El otro significado puede ser un corazón sin divisiones, es absoluto, se refiere hay una devoción y un compromiso completo hacia Dios.

Jesús llama bienaventurados a los de limpio corazón, no a los que hablaban de forma perfecta, o que tenían la ropa nítida, o que seguían los rituales al pie de la letra, porque Jesús no trataba con las cosas externas, el siempre busca tratar con nuestra naturaleza interna, nuestro espíritu y nuestro corazón.

Lo opuesto a esta bienaventuranza es convencernos a nosotros mismos de que podemos engañar a los demás e incluso a Dios. Muchas veces incluso llegamos a engañarnos a nosotros mismos, siendo permisivos con cosas que «deberían de ser aceptables». Muchas veces no vivimos en santidad por ser permisivos, o porque creemos que podemos engañar a los demás.

La recompensa de la que nos habla esta bienaventuranza es ver a Dios. Esto es gozar de gran intimidad con Dios, el pecado muchas veces nos hace ciegos, nos impide tener una verdadera relación con Dios, y los de limpio corazón son más libres de esta contaminación, no es sorpresa que la promesa de esta bienaventuranza sea el poder experimentar a Dios una forma más cercana.

Cuando nuestro compromiso está firme con Dios, cuando el es el objeto de nuestro amor y devoción, cuando vivimos admirados de su presencia, de su grandeza y de su poder lo vemos en la naturaleza, lo vemos en Su Palabra, lo vemos en las personas cerca de nosotros, en nuestros amigos….

Esta relación íntima con Dios debe de convertirse en nuestra más grande motivación para procurar la pureza, para vivir en santidad, más grande que el miedo o de ser o un miedo por las consecuencias.

Bienaventurados los Misericordiosos

Dios bendice a los compasivos, porque serán tratados con compasión.

‭‭Mateo‬ ‭5:7 ‭NTV‬‬

Esta es probablemente una de las bienaventuranzas más fáciles de entender, y aún así una de las más difíciles de poner en práctica.

¡Hasta ahora cada bienaventuranza que hemos visto sucede por misericordia!

  • Es por la misericordia de Dios que podemos ser vaciados del orgullo y ver nuestra pobreza de espíritu.
  • Es por la misericordia de Dios que somos invitados al llanto sobre nuestra condición espiritual.
  • Es por la misericordia de Dios que recibimos la gracia y la mansedumbre para ser obedientes y sujetarnos a Cristo.
  • Es por la misericordia de Dios que podemos tener hambre y sed de justicia.

Se espera misericordia de nosotros, porque hemos recibido tanto por la Misericordia de Jesús. No podemos determinar cuándo las personas alrededor de nosotros van darse cuenta de su necesidad espiritual por Jesús, pero sí podemos amarlas y mostrarles compasión a lo largo del proceso en el que están. Tampoco podemos traer el consuelo del Espíritu Santo a las personas, pero sí podemos mostrar compasión y acompañarles en los momentos difíciles. No podemos hacer que otros decidan ser obedientes a Cristo, pero sí podemos mostrarles amor y compasión en lugar de juzgarlos. No podemos hacer que otros anhelen la justicia de Dios, pero podemos estar listos para compartirles de nuestro caminar con Dios cuando quieran preguntar. Finalmente no podemos obligarlos a tratar con amor a otros, pero con nuestro ejemplo podemos mostrarles la misericordia que Jesús quiere mostrarles.

Lo opuesto a esta bienaventuranza es ser duros y exigentes con los demás, es imponer nosotros en qué parte de su proceso deberían de ir, es imponer nosotros qué deben hacer, cómo, cuándo y por qué. Es querer nosotros juzgar el corazón de las personas, y determinar nosotros qué está bien y qué está mal.

Y la recompensa que se promete es que nosotros también recibiremos Misericordia. Alguna vez te has preguntado ¿Por qué Dios demostró tanta misericordia hacia el Rey David? Él pecó, bastante, y aún así es llamado «un hombre conforme al corazón de Dios» y pareciera que otros reyes hicieron menos, y Dios fue más fuerte con ellos. Una razón por la cual Dios le dio dicha misericordia es porque David fue notablemente misericordioso con el Rey Saúl. En David, el misericordioso alcanzó misericordia.

Creo que lo más difícil es mostrarle misericordia a aquellos que están aparentemente bien, porque la compasión que necesitan no es comida o dinero, sino paciencia y gracia.

Espíritu Santo, ayúdanos a ver a las personas alrededor de nosotros con compasión, no sólo a los pobres y a los necesitados, sino también a quienes ante nuestros ojos están bien, ayúdanos a ser como David para mostrarles misericordia a aquellos que como Saúl están cegados por su orgullo y necedad.

Bienaventurados los que tienen Hambre y Sed de Justicia

Dios bendice a los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Mateo 5:6 (NTV)

Probablemente ni tú ni yo entendamos realmente el hambre que algunas personas sienten en algunas áreas de Guatemala, y probablemente no entendemos qué es tener tanta hambre como para buscar comida incluso en la basura. Pero ese tipo de hambre física es a la que se refieren estos versículos, es un hambre que nos hace buscar la comida con ansias e impaciencia. Como creación de Dios, tenemos un deseo natural por Él, un vacío que sólo Él puede llenar.

Me gusta que el texto no dice «Dios bendice a las personas justas» o «Bienaventurados los justos» sino «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia». Este uso de palabras nos deja ver que estamos en un camino, en el que constantemente sentimos el deseo de justicia, y en este camino, Jesús nos va limpiando, Jesús nos va llenando.

Dios nos hace justos a sus ojos cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo. Y eso es verdad para todo el que cree, sea quien fuere.

Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios. Sin embargo, Dios nos declara justos gratuita y bondadosamente por medio de Cristo Jesús, quien nos liberó del castigo de nuestros pecados.

Romanos 3:22-24 (NTV)

Sin embargo, sabemos que una persona es declarada justa ante Dios por la fe en Jesucristo y no por la obediencia a la ley. Y nosotros hemos creído en Cristo Jesús para poder ser declarados justos ante Dios por causa de nuestra fe en Cristo y no porque hayamos obedecido la ley. Pues nadie jamás será declarado justo ante Dios mediante la obediencia a la ley.

Gálatas 2:16 (NTV)

Así como el hambre y la sed física nos motivan a levantarnos, a ser diligentes y buscar comida, debemos de tener ese anhelo por la justicia de Dios, anhelo por ser justificados a través de Cristo. Y así como el hambre no se sacia al comer una vez, tenemos que mantenernos buscando al Señor con pasión y diligencia cada día.

La recompensa de vivir esta bienaventuranza es ser saciados, me encanta que otra vez, las palabras no son aleatorias, «serán saciados» implica que alguien más va a saciar esta hambre, no dice «Dichosos los que tienen hambre porque van a encontrar comida» como si nosotros fueramos los responsables de encontrar lo que tanto anhelamos. Dios es quien va a saciarnos, por eso lo opuesto en esta bienaventuranza es buscar sólo satisfacer mis deseos personales. Nos podemos desgastar tratando de llenar este vacío y de satisfacer esta hambre natural que tenemos por Dios con cosas materiales, pero no vamos a ser realmente saciados, sólo Dios puede saciarnos.

Cuando tú y yo nos damos cuenta de nuestro verdadero estado espiritual, algo pasa en nuestro corazón, y lo único que nos puede ayudar a seguir adelante es el consuelo y el amor del Espíritu Santo, que nos da esperanza y nos ayuda a levantarnos y recibir el sacrificio de Jesús, el mismo Espíritu Santo es quien nos fortalece para tomar la decisión firme de sujetarnos a la autoridad de Cristo, y al buscar hacer su voluntad en la tierra como en el cielo un hambre por Él nos invita a buscar su justicia, y nos invita a obedecerle cada día.

¡Que lindo ver estas cualidades que Jesús busca en sus discípulos! ¡Dichosos los que ven su condición espiritual! ¡Dichosos los que aceptan el consuelo del Espíritu Santo! ¡Dichosos los que sujetan su fuerza a la autoridad de Cristo! Y ¡Dichosos los que anhelan ser justificados por Cristo cada día!

Bienaventurados los Mansos

Dios bendice a los que son humildes, porque heredarán toda la tierra.

‭‭Mateo‬ ‭5:5 ‭NTV‬‬

La palabra original que se usa para «manso» es «praÿs» y aunque muchas veces vemos la mansedumbre como una señal de debilidad, en realidad esta palabra Praÿs es fuerza bajo control. Entonces alguien manso es alguien que puede estar enojado, pero no ceder ante la ira, no pecar, ni ser provocado fácilmente por otros, sino obedecer la voluntad de Dios.

Hasta ahora, en las 2 bienaventuranzas anteriores hemos visto como necesitamos reconocer con humildad nuestra necesidad de Cristo, para entregar y rendir nuestra vida, pero necesitamos dar un tercer paso: ser obedientes.

Es importante que tomemos una decisión, ¿Vamos a sujetarnos a la autoridad de Cristo? Ser discípulos y seguir la voluntad de Dios no siempre es fácil, sobre todo porque no siempre nos va a invitar a hacer lo más fácil o conveniente para nosotros, y aquí es donde nosotros debemos de tomar toda esa fuerza que tenemos, y con dominio propio sujetarla a Jesús.

El contraste de esta bienaventuranza es dejarnos guiar por nuestra avaricia, es buscar nosotros tener poder a toda costa, ser nosotros quienes dominan a otros. ¿Cómo tratas a tus hermanos menores? ¿Cómo tratas a las personas bajo tu cargo? ¿Cómo respondes a las personas que están en autoridad sobre ti? Porque si no puedes dejar tu deseo de poder para sujetarte a la autoridad de tus papás, de tu jefe, de tu esposo para las casadas, ¿vas a poder realmente tener el dominio propio necesario para obedecer a Cristo?

La recompensa de esta bienaventuranza es que heredaremos la tierra. Me gusta mucho que en el antiguo testamento, la recompensa que Dios les dio a los Israelitas al traer libertad a sus vidas fue la tierra prometida. De la misma forma, cuando los hijos e hijas de Dios reconocemos nuestra necesidad de Cristo y permitimos que su Espíritu Santo nos limpie y sane nuestras heridas, y decidimos sujetarnos a la autoridad de Dios en nuestra vida, vivimos un adelanto de lo que será el cielo, pero lo vivimos aquí en la tierra. ¡Su voluntad se hace en la tierra como en el cielo! ¿No te parece que eso es heredar la tierra?

El fruto que esta bienaventuranza puede producir en nuestra vida es dominio propio y sujeción a la autoridad. Jesús es el mejor ejemplo, y Pablo lo dice mejor en Filipenses 2:

Que haya en ustedes el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, quien, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Filipenses 2:5-8 RVC

Que el Espíritu Santo nos siga acompañando en las bienaventuranzas que siguen como lo ha hecho hasta ahora, y nos ayude a:

  • Reconocer lo mucho que necesitamos de Cristo.
  • Dejarnos sanar y limpiar con su amor y su consuelo.
  • Decidir ser obedientes y sujetarnos a Cristo.